sábado, 8 de diciembre de 2012

La gran incógnita

Hoy estuve tirado en mi sofá toda la mañana. Aquello no es algo de lo que me enorgullezca en absoluto: los sábados en la mañana los reservo siempre para ir al gimnasio. No obstante, las presiones sociales que surgen por aquí y por allá han hecho que algunos viernes en la tarde se conviertan en tardes "de amigos" que conllevan resultados tan atroces (tanto para mis costumbres familiares como para mi propio organismo) como dormir hasta muy avanzado el día y no hacer nada de deporte.

Mi gato escapó hace tres días y no vuelve...

Dado que sigo en pijama, que no he entrado a la ducha hoy y que mi cabello tiene sin lavarse dos días (no me lo lavé el día de ayer debido a que me amanecí donde una amiga para terminar de estudiar), decidí quedarme en casa el resto del día y "pantuflear" (pantoufler, el verbo francés realmente suena mejor en su lengua original). Parte de ese plan incluía no encontrarme con el cuarto de baño y darme al abandono higiénico durante las pocas horas que restan hasta que anochezca.

Sin embargo, ocurrió algo que me hizo cambiar de opinión: verme en el espejo. Al margen de cuán horrenda se veía se mi cara (no mencionaré nada sobre cuidado dérmico, entre otras cosas, porque no sé nada sobre aquel), noté cuán grasosas se veían mis raíces: demasiado grasosas como para dos días sin lavado. Ahí fue que me pregunté a mí mismo: ¿lavarme el cabello a pesar de que no voy a salir o simplemente esperar hasta mañana, cuando probablemente sí tenga que abandonar mi madriguera?. Aquella pregunta me la había hecho ya antes y me llevó a encender la laptop, poner a cargar alguna película en cuevana y escribir in the meantime.

I'll get a hamster instead.

Comenzaré desmitiendo uno de los más grandes mitos que giran en torno al lavado: cuanto más seguido laves, más cabello perderás. Esto es totalmente FALSO.

Como los dermatólogos indican, nuestras melenas están en constante renovación: diariamente, "mueren" entre 40 y 100 cabellos. Esta muerte no significa que se reduzca nuestro número de pelo: el folículo piloso, su raíz, entra en una etapa de "descanso" (fase telógena), para lo cual ha "roto comunicación" con el cabello que crecía en él, lo que provoca que este deje de crecer y, a los días, se caiga. Esto no significa que vayamos a quedarnos sin pelo, ya que, así como muchas raíces entran en reposo, muchas otras despiertan y comienzan a producir cabello (entran a la fase anágena). Esto también implica que perderemos cabello diariamente lavemos nuestras cabezas o no; inclusive, hay quienes que afirman lo contrario: así como el deporte cardiovascular contribuye a mejorar las cabelleras debido al aumento de circulación sanguínea, el lavado del cabello, debido al masaje que nuestros dedos y que el agua ejercen sobre la piel, podría también mejorar la circulación y, así, promover su salud (Ese gran mito que afirma que lavarse el cabello a diario hace que este crezca más rápido podría, después de todo, tener algo de verdad).

Ahora bien, hay factores que provocan que la raíz capilar pase a su fase telógena prematuramente, como, por ejemplo, el estrés, los cambios hormonales y la desnutrición. No obstante, el lavado del cabello no es, en ningún caso, desencadenante de mayor "pérdida" capilar -a no ser, claro, que nos lavemos el cabello con lejía o alguna otra sustancia fuerte que queme el cuero cabelludo. En general, las marcas comunes de champú no implican riesgo, salvo casos (aislados) de hipersensibilidad a alguno de sus componentes.

Pasemos a enfocarnos en el tema del cuidado del cabello en sí y no en el aspecto dermatológico. La mayoría de estilistas famosos opina que el lavado del cabello depende básicamente del tipo de cuero cabelludo: los secos requerirán menos lavados que los grasos. Asimismo, un segundo factor que ellos recomiendan tener en cuenta es el estado del cabello: ¿está maltratado o ha sido sometido a tratamientos químicos? Si la respuesta es sí, a decir de estos gurúes de la estética capilar, debe dejarse, igualmente, más tiempo entre lavado y lavado. Pues bien, como puede desprenderse tras una lectura crítica, yo estoy en desacuerdo con estos expertos -y lo he estado desde el momento en que me di cuenta de que ellos promocionan las siliconas. Es así como les alcanzaré mis propios planteamientos respecto a este tema:

1º La grasa natural segregada por el cuero cabelludo JAMÁS llega a ser suficiente como para cuidar la fibra capilar.

La función prístina de esta grasita era deslizarse por el cabello, más que para protegerlo del daño (ya que a la naturaleza pocas veces le han interesado nuestros patrones actuales de belleza), para brindar termoprotección a nuestra cabeza, de la misma forma en que el sebo que las aves aplican sobre su plumaje aísla sus cuerpos del frío y funciona como impermeabilizante.

Lógicamente, para que nuestro sebo capilar llegase a proteger todo el cabello de raíz a puntas, tendrían que pasar semanas o meses, con el riesgo de que nunca llegase a ocurrir aquello si nuestras melenas son demasiado largas o presentan ondas o rizos. Esto significa que los recursos que nuestro organismo pone a disposición no alcanzarán para evitar las puntas partidas, además de que implicarían una falta de higiene que sería muchísimo más antiestética que estas últimas.

Do not wash your hair daily, it dries it out. Aquella frase la he escuchado en todo sitio en los tres idiomas que soy capaz de hablar, la he leído en infinidad de páginas y hasta la vi incluida en una de mis series televisivas favoritas. Déjenme decirles, con la posibilidad de ganarme el descrédito por la comunidad capilar, que es una gran falacia.

Su segunda temporada no es nada comparada con la primera...

Evidentemente, lavar el cabello a diario así sin más, sin utilizar sino champú y agua, terminará resecándolo. No obstante, lo que no nos dicen, y en donde se hace expresa la dudosa veracidad de aquel enunciado, es que una persona que cuida su cabello no posee una rutina de únicamente champú: ¡¿Dónde quedaron el acondicionador y las mascarillas y los desenredantes y las cremas para peinas?!

Todos estos productos, en especial los dos primeros, tienen como finalidad reemplazar la grasa natural del cabello, con la seguridad de que aquellos sí llegarán a proteger las puntas desde un primer instante y de que, debido a estar acompañados por otros químicos, harán que esta protección sea posible sin que nuestra cabellera se vea sucia o grasienta (esto también dependerá de la cantidad de producto que utilicemos y de lo bien que lo enjuaguemos, pero aquel es un tema aparte).

En este punto, algo que me atrevo a aseverar en base a mis deducciones y por experiencia propia es que el lavado del cabello, si se realiza con una rutina completa y balanceada, no resecará, sino todo lo contrario: hidratará. Esto se deduce por el imprescindible uso del agua a la hora de lavarnos: el recurso hídrico resultará hidratando nuestro cabello. Ahora, esto lo he notado en mi experiencia con los rulos: los días en que no los lavo, los siento secos, han perdido su definición (supongo que tras estar batallando con la almohada toda la noche) y no se desenredan con tanta facilidad. El origen de esto es que los aceites y otras sustancias humectantes incluidas en los productos de cuidado capilar justamente hacen eso: humectan; es decir, cubren el cabello para retener el agua dentro de este (¿Nunca han notado cómo las cremas para peinar hacen que el cabello demore más en secarse?). Tantas horas después del lavado, como podrían serlo 24 ó 48, el agua que esas grasas intentaban retener ha escapado casi por completo: el cabello ya no estará hidratado; consecuentemente, estará seco.

Picasso, tan simpático él...

Hay que tener en cuenta, dentro de lo que es la rutina capilar, la cantidad de daños a los que exponemos el pelo: los niveles de contaminación (el humo del cigarro o el cloro de la piscina son buenos ejemplo) o el uso habitual de secadoras, planchas o tenazas (ya que el uso continuo de aquellos aparatos implica una exposición nada recomendable de nuestro cabello al calor). Es por esto que será imperativo que ustedes saquen sus propias conclusiones. Yo poseo el cabello seco y el cuero cabelludo normal; aun así, elijo lavarme la cabeza todos los días y dejarla secar al viento porque, así, noto que mis ondas siempre están definidas, suaves y con movimiento, cosa que no noto nunca cuando decido no lavar mi cabello alguno de los días de la semana. Además, y esto ya se va al campo de lo psicológico, lavarme el cabello y cumplir con toda su rutina de cuidado me hace sentir relajado y me ayuda a despejar mucho la mente.

¿Qué es lo que sentís vosotros a la hora de lavar vuestros cabellos? ¿Cada cuánto decidís realizar aqueste menester? Espero vuestras respuestas so condición de recompensaros con una entrada pronto, muy pronto.


NOTA AL PIE: Sí, a las finales sí decidí entrar a la ducha...








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