domingo, 9 de diciembre de 2012

Natura Ekos: Maracuyá

Desde que inicié este blog he querido hacer una reseña acerca de esta empresa: Natura. Tengo entendido que sus prácticas son realmente ecológicas (han recibido distinciones a nivel internacional dentro de este rubro) y muchos de sus productos son realmente buenos. De hecho, la única decepción que me dieron fue cuando revisé los ingredientes de sus bloqueadores solares y descubrí, muy a mi pesar, que contenían la nada recomendable oxibenzona; al margen de ello, sus productos siempre me han resultado geniales (Amo sus jabones y sus cremas corporales <3).

Volviendo a lo que concierne a esta entrada, he probado muchos de los champúes y acondicionadores de esta marca. Estos se dividen en dos líneas: la línea Plant y la línea Ekos. Esta última es mi preferida debido a que sus productos poseen una mayor concentración de aceites esenciales. Hasta hace poco, esta línea se caracterizaba por tener un menor número de siliconas; ahora último, con el relanzamiento que ha tenido (el cual incluyó el cambio de diseño de sus etiquetas, las que ahora son incómodamente plegables), han cambiado las fórmulas de sus productos para el cabello, las cuales ahora no incluyen siliconas en absoluto (*Orgasmo capilar total*). Hoy, estimados lectores, decido enfocarme en dos de sus productos de maracuyá: el champú y el acondicionador.

La "pulpa hidratante" para manos huele riquísimo.

El primero de los mencionados fue mi champú principal durante mucho tiempo y, aun ahora, lo incluyo en mi rutina al menos una vez a la semana. Acá debo aclarar que no desplacé el champú debido a que fuese malo, sino a que mis requerimientos capilares fueron variando: aquel está indicado para cabellos normales y, si bien es viable su uso para cabellos secos si el acondicionador posterior es lo suficientemente humectante, preferí virar en dirección a algún producto más delicado tras la permanente a la que sometí mis lacios cabellos.

Las ventajas de este producto de las que doy cuenta puedo resumirlas en la siguiente lista:

  • El aroma. Su fragancia es exquisita, bastante cítrica, pero a la vez delicada y reconfortante. Dista mucho de los aromas cítricos que encontramos en colonias baratas o desinfectantes.
  • Realce del color. La maracuyá, así como el limón y otros cítricos, se utiliza para aclarar los cabellos castaños. Lógicamente, este champú no va a dejarte rubio o generar cambios radicales en la tonalidad de tu melena (es más, si tu cabello es negro o grueso, no notarás cambio alguno); no obstante, el color se resalta de una manera sutil muy agradable.
  • Textura. El champú no es aguado; por el contrario, es bastante espeso, por lo que rinde mucho y es bastante manipulable.
  • Precio. Acá en Perú, el champú cuesta casi lo mismo que las marcas de supermercado (18 soles si se compra por catálogo, a precio menor si se compra en algún puesto de rebajas oculto...). Trae menor cantidad que la que podríamos obtener si obtamos por marcas más comerciales, pero el precio sigue siendo justo para la calidad que nos ofrece.

En cuanto al acondicionador, sólo me queda decir que es igual de delicioso que el champú y guarda todas las ventajas mencionadas en el punto anterior (yo lo mezclo con canela para obtener un súper realce de mi tan opaco castaño). Además, contiene una alta cantidad de sustancias humectantes (tanto aceite como manteca de maracuyá); este punto prometo aclararlo pronto, cuando me haga con un repuesto del acondicionador, ya que me deshice del envase y no tengo la lista de ingredientes a la mano ):

La línea Ekos de esta fruta incluye también un néctar concentrado antifrizz (eufemismo publicitario para crema para peinar), que sé de buena fuente que tampoco posee siliconas, pero que aún no he comprado y utilizado como para poder dar una opinión al respecto. Esa es otra cosa que prometo hacer pronto ;)

Por ahora, me despido, no sin antes mencionar un detalle sobre una de las recientes campañas publicitarias que Natura lanzó en nuestro país. Resulta que, para promocionar su producto "Amó", cuyas fragancias aseguran ser románticas or at least get you in the mood, la empresa decidió mostrarnos varias escenas con distintas parejas.



En total, nos muestra cinco parejas, algunas en contextos bastante sugerentes (las dos últimas...). Nos habla de que el amor es imperfecto y que aquellos productos ponen en movimiento el "amor de verdad" (lo cual resaltan colocando al inicio a una muchacha de contextura gruesa, hecho que aplaudo y que hubiera aplaudido más si las otras cuatro chicas no hubiesen sigo modelos cuasi anoréxicas). Sin embargo, lo que más me molestó fue justamente que todas las parejas mostradas están conformadas por un varón y una fémina.

Talk about heteronormativity! Si bien muchos piensan que el origen de mi molestia es injustificado, yo sigo opinando que tanto la estructura del comercial como esta reacción que menciono son muestras típicas y nada disimuladas (si acaso hubiesen muestras sutiles...) de heteronormatividad. ¿Qué les costaba poner, entre tanta pareja acaramelada, a una compuesta por dos mujeres o por dos varones? Quizás les habría costado la imagen, quizás las ventas: no soy publicista ni psicólogo social como para saberlo. Lo único que sé es que yo, como varón que ha tenido y está abierto a la posibilidad de tener enamorados varones, jamás compraré aquellos productos.





sábado, 8 de diciembre de 2012

La gran incógnita

Hoy estuve tirado en mi sofá toda la mañana. Aquello no es algo de lo que me enorgullezca en absoluto: los sábados en la mañana los reservo siempre para ir al gimnasio. No obstante, las presiones sociales que surgen por aquí y por allá han hecho que algunos viernes en la tarde se conviertan en tardes "de amigos" que conllevan resultados tan atroces (tanto para mis costumbres familiares como para mi propio organismo) como dormir hasta muy avanzado el día y no hacer nada de deporte.

Mi gato escapó hace tres días y no vuelve...

Dado que sigo en pijama, que no he entrado a la ducha hoy y que mi cabello tiene sin lavarse dos días (no me lo lavé el día de ayer debido a que me amanecí donde una amiga para terminar de estudiar), decidí quedarme en casa el resto del día y "pantuflear" (pantoufler, el verbo francés realmente suena mejor en su lengua original). Parte de ese plan incluía no encontrarme con el cuarto de baño y darme al abandono higiénico durante las pocas horas que restan hasta que anochezca.

Sin embargo, ocurrió algo que me hizo cambiar de opinión: verme en el espejo. Al margen de cuán horrenda se veía se mi cara (no mencionaré nada sobre cuidado dérmico, entre otras cosas, porque no sé nada sobre aquel), noté cuán grasosas se veían mis raíces: demasiado grasosas como para dos días sin lavado. Ahí fue que me pregunté a mí mismo: ¿lavarme el cabello a pesar de que no voy a salir o simplemente esperar hasta mañana, cuando probablemente sí tenga que abandonar mi madriguera?. Aquella pregunta me la había hecho ya antes y me llevó a encender la laptop, poner a cargar alguna película en cuevana y escribir in the meantime.

I'll get a hamster instead.

Comenzaré desmitiendo uno de los más grandes mitos que giran en torno al lavado: cuanto más seguido laves, más cabello perderás. Esto es totalmente FALSO.

Como los dermatólogos indican, nuestras melenas están en constante renovación: diariamente, "mueren" entre 40 y 100 cabellos. Esta muerte no significa que se reduzca nuestro número de pelo: el folículo piloso, su raíz, entra en una etapa de "descanso" (fase telógena), para lo cual ha "roto comunicación" con el cabello que crecía en él, lo que provoca que este deje de crecer y, a los días, se caiga. Esto no significa que vayamos a quedarnos sin pelo, ya que, así como muchas raíces entran en reposo, muchas otras despiertan y comienzan a producir cabello (entran a la fase anágena). Esto también implica que perderemos cabello diariamente lavemos nuestras cabezas o no; inclusive, hay quienes que afirman lo contrario: así como el deporte cardiovascular contribuye a mejorar las cabelleras debido al aumento de circulación sanguínea, el lavado del cabello, debido al masaje que nuestros dedos y que el agua ejercen sobre la piel, podría también mejorar la circulación y, así, promover su salud (Ese gran mito que afirma que lavarse el cabello a diario hace que este crezca más rápido podría, después de todo, tener algo de verdad).

Ahora bien, hay factores que provocan que la raíz capilar pase a su fase telógena prematuramente, como, por ejemplo, el estrés, los cambios hormonales y la desnutrición. No obstante, el lavado del cabello no es, en ningún caso, desencadenante de mayor "pérdida" capilar -a no ser, claro, que nos lavemos el cabello con lejía o alguna otra sustancia fuerte que queme el cuero cabelludo. En general, las marcas comunes de champú no implican riesgo, salvo casos (aislados) de hipersensibilidad a alguno de sus componentes.

Pasemos a enfocarnos en el tema del cuidado del cabello en sí y no en el aspecto dermatológico. La mayoría de estilistas famosos opina que el lavado del cabello depende básicamente del tipo de cuero cabelludo: los secos requerirán menos lavados que los grasos. Asimismo, un segundo factor que ellos recomiendan tener en cuenta es el estado del cabello: ¿está maltratado o ha sido sometido a tratamientos químicos? Si la respuesta es sí, a decir de estos gurúes de la estética capilar, debe dejarse, igualmente, más tiempo entre lavado y lavado. Pues bien, como puede desprenderse tras una lectura crítica, yo estoy en desacuerdo con estos expertos -y lo he estado desde el momento en que me di cuenta de que ellos promocionan las siliconas. Es así como les alcanzaré mis propios planteamientos respecto a este tema:

1º La grasa natural segregada por el cuero cabelludo JAMÁS llega a ser suficiente como para cuidar la fibra capilar.

La función prístina de esta grasita era deslizarse por el cabello, más que para protegerlo del daño (ya que a la naturaleza pocas veces le han interesado nuestros patrones actuales de belleza), para brindar termoprotección a nuestra cabeza, de la misma forma en que el sebo que las aves aplican sobre su plumaje aísla sus cuerpos del frío y funciona como impermeabilizante.

Lógicamente, para que nuestro sebo capilar llegase a proteger todo el cabello de raíz a puntas, tendrían que pasar semanas o meses, con el riesgo de que nunca llegase a ocurrir aquello si nuestras melenas son demasiado largas o presentan ondas o rizos. Esto significa que los recursos que nuestro organismo pone a disposición no alcanzarán para evitar las puntas partidas, además de que implicarían una falta de higiene que sería muchísimo más antiestética que estas últimas.

Do not wash your hair daily, it dries it out. Aquella frase la he escuchado en todo sitio en los tres idiomas que soy capaz de hablar, la he leído en infinidad de páginas y hasta la vi incluida en una de mis series televisivas favoritas. Déjenme decirles, con la posibilidad de ganarme el descrédito por la comunidad capilar, que es una gran falacia.

Su segunda temporada no es nada comparada con la primera...

Evidentemente, lavar el cabello a diario así sin más, sin utilizar sino champú y agua, terminará resecándolo. No obstante, lo que no nos dicen, y en donde se hace expresa la dudosa veracidad de aquel enunciado, es que una persona que cuida su cabello no posee una rutina de únicamente champú: ¡¿Dónde quedaron el acondicionador y las mascarillas y los desenredantes y las cremas para peinas?!

Todos estos productos, en especial los dos primeros, tienen como finalidad reemplazar la grasa natural del cabello, con la seguridad de que aquellos sí llegarán a proteger las puntas desde un primer instante y de que, debido a estar acompañados por otros químicos, harán que esta protección sea posible sin que nuestra cabellera se vea sucia o grasienta (esto también dependerá de la cantidad de producto que utilicemos y de lo bien que lo enjuaguemos, pero aquel es un tema aparte).

En este punto, algo que me atrevo a aseverar en base a mis deducciones y por experiencia propia es que el lavado del cabello, si se realiza con una rutina completa y balanceada, no resecará, sino todo lo contrario: hidratará. Esto se deduce por el imprescindible uso del agua a la hora de lavarnos: el recurso hídrico resultará hidratando nuestro cabello. Ahora, esto lo he notado en mi experiencia con los rulos: los días en que no los lavo, los siento secos, han perdido su definición (supongo que tras estar batallando con la almohada toda la noche) y no se desenredan con tanta facilidad. El origen de esto es que los aceites y otras sustancias humectantes incluidas en los productos de cuidado capilar justamente hacen eso: humectan; es decir, cubren el cabello para retener el agua dentro de este (¿Nunca han notado cómo las cremas para peinar hacen que el cabello demore más en secarse?). Tantas horas después del lavado, como podrían serlo 24 ó 48, el agua que esas grasas intentaban retener ha escapado casi por completo: el cabello ya no estará hidratado; consecuentemente, estará seco.

Picasso, tan simpático él...

Hay que tener en cuenta, dentro de lo que es la rutina capilar, la cantidad de daños a los que exponemos el pelo: los niveles de contaminación (el humo del cigarro o el cloro de la piscina son buenos ejemplo) o el uso habitual de secadoras, planchas o tenazas (ya que el uso continuo de aquellos aparatos implica una exposición nada recomendable de nuestro cabello al calor). Es por esto que será imperativo que ustedes saquen sus propias conclusiones. Yo poseo el cabello seco y el cuero cabelludo normal; aun así, elijo lavarme la cabeza todos los días y dejarla secar al viento porque, así, noto que mis ondas siempre están definidas, suaves y con movimiento, cosa que no noto nunca cuando decido no lavar mi cabello alguno de los días de la semana. Además, y esto ya se va al campo de lo psicológico, lavarme el cabello y cumplir con toda su rutina de cuidado me hace sentir relajado y me ayuda a despejar mucho la mente.

¿Qué es lo que sentís vosotros a la hora de lavar vuestros cabellos? ¿Cada cuánto decidís realizar aqueste menester? Espero vuestras respuestas so condición de recompensaros con una entrada pronto, muy pronto.


NOTA AL PIE: Sí, a las finales sí decidí entrar a la ducha...








jueves, 7 de junio de 2012

Piqueito: Evitemos el óxido

Entrego aquí el primer "piqueo" de la historia de mi blog: una entradilla express como para no morir de hambre informativa ;)

Hoy día mencionaré un tema que se ha puesto de moda últimamente: los antioxidantes. Estos compuestos se han encontrado en las frutas, las verduras y muchos otros alimentos desde comienzos de la historia. No obstante, es recién en épocas contemporáneas que se les ha dado la importancia debida y que se han llevado a cabo diversos experimentos para conocer más sobre su naturaleza.

Las sustancias que cumplen funciones antioxidantes pueden ser muy diferentes: algunas son vitaminas (como la C, la E y la A), otras son colorantes encontrados en frutos y hojas (como el licopeno y los polifenoles) y unas cuantas son minerales (tales como el Zn).

Estos compuestos son importantes para mantener una salud general, ya que con ellas se beneficia el sistema inmunológico y puede mejorarse considerablemente el aspecto de nuestra piel y, ¡oh, maravilla!, el de nuestro cabello.

¡KIWI! *babeando*


Para asegurarnos de estar consumiendo las cantidades adecuadas de antioxidantes, tenemos que tener en cuenta dos aspectos:

  • Lo que comemos. Necesitamos tener una alimentación variada y equilibrada. Cuantas más calorías consumimos, más antioxidantes necesitamos para hacerles frente a los radicales libres (sustancias que nos "oxidan") que se forman durante el metabolismo, es decir, durante el proceso en el que procesamos toda ese energía consumida.
  • La forma en que consumimos los alimentos. Los antioxidantes son sustancias relativamente delicadas, cuyo efecto puede disminuir o perderse completamente si no sabemos combinar bien las cosas que comemos. 

Respecto a este punto, les presento unos cuantos consejos:

  • El café con leche es rico. El té o la cocoa son deliciosos con leche. Catar quesos acompañados de una copa de vino es exquisito. ¡Qué decir de los batidos de fruta! No obstante, la mayoría de las frutas y todas las bebidas que he mencionado (más muchas otras infusiones, como el orégano y la hierba mate) pierden toda su eficacia antioxidante si se consumen junto con lácteos o productos que los contengan. Si lo que queremos es beneficiarnos de esas propiedades, debemos evitar combinarlas con leche, yogurt, queso o cualquier otra cosa que contenga derivados lácteos, como muchas de las galletas que se venden en el mercado (Así aprendí a pensarlo dos veces antes de acompañar mi té de la tarde con algún dulce...).
  • Algunos antioxidantes se ven potenciados por el calor, como el licopeno de los tomates y el betacaroteno (provitamina A) de las zanahorias. Comer esas verduras cocinadas, si bien nos priva de otras vitaminas como la C, nos trae también estos beneficios.
  • Prefiramos cocer que freír. Algunas sustancias se pierden en las frituras, pero no cuando se cuecen con agua, como ocurre con la vitamina E.

Así que, ahora lo sabéis: eat up your way to a healthy hair ;) 
Et, avant de sortir, une chanson d'une de mes chanteuses préférées...


martes, 5 de junio de 2012

Esos dentudos indispensables

No creo que exista persona en el mundo que nunca haya utilizado un peine. La diversidad de materiales con que se fabrican los ha vuelto tan versátiles y accesibles que difícilmente habrá una casa en la que no encontremos al menos uno; es más, no resultaría raro que, entre nuestros conocidos, más de uno lleve en su mochila o cartera una de estas herramientas.

Las gentes suelen utilizar los peines de diferentes maneras, si bien todas ellas con la misma finalidad: poner orden a las marañas que de vez en vez surgen en las cabelleras. Algunas comienzan desde los largos, otras van directamente a los cortos y someten el cabello utilizando la fuerza (mi mejor amiga hace eso y, ¡dios!, cómo me duele verla cada vez que lo hace...). Esto nos lleva a la gran pregunta: ¿Cuál es la forma apropiada de peinarnos?

Antes de continuar, debo recalcar que por "forma apropiada" me refiero a la manera en que podemos peinar nuestros cabellos sin maltratarlos. Esto es un poco obvio, pero me pareció necesario para evitar potenciales trolls que ven en la relatividad de los enunciados la base para sus argumentos indeseados. Anyway, moving on.

El primer aspecto que debemos considerar es el material del peine. Los de plástico son más flexibles, más fáciles de encontrar y muchísimo más baratos. Sin embargo, crean estática y pueden derivar en frizz, lo que nos obligará a peinar más, lo que creará más frizz, lo que hará que volvamos a peinar...y así sucesivamente. Esto no significa, empero, que debamos condenarlos y confinarlos al Hades. NO. Para cuando requiramos toda una sesión prolongada con el peine, procuremos utilizar uno de madera o de plástico antiestático (con lo difíciles que son de conseguir...). Para llevar en el bolso y dar algún retoque que otro, los de plástico común y corriente no representará ningún problema.

Lo segundo a tener en cuenta es el tipo de peine. Es preferible utilizar uno de dientes gruesos, ya que estos son mejores a la hora de desenredar. Si buscas separar bien los mechones para hacer una trenza o algo por el estilo, será necesario uno de dientes finos; no obstante, antes de pasar a aquel uno siempre debe haber pasado los cabellos por uno de dientes gruesos no muy separados. Por otra parte, si lo que buscas es sólo dar un toque a aquella ligera rebeldía capilar que va apareciendo durante el día, puedes usar uno que tenga los dientes con mayor separación, estilo peineta: estos son más fáciles de manejar cuando uno no quiere modificar el estilo que el cabello ya adoptó.

Ô, Renoir...

El tercer punto y, me atrevería a decir, el más importante es el procedimiento por el cual nos peinaremos. A lo largo de mi experiencia, he recogido una serie de pautas que, puestas en práctica, conllevan un mayor respeto del cabello a la hora de peinarlo, las cuales compartiré a continuación.

  1. Piensa si es necesario peinarte. Hay personas que lo ven como algo mecánico, tal como coger las llaves antes de salir de casa (Nuevamente: mi mejor amiga es así). Antes de coger el peine mírate en el espejo: a lo mejor tu cabello no necesita ser manipulado, o quizás baste con sólo pasarle los dedos.
  2. Si vemos que es menester peinarse, entonces procedemos a aquello que mencioné al final del primer punto: pasar los dedos. Delicadamente los deslizamos por entre la cabellera comenzando por los medios y deteniéndonos ante los nudos sin hacer fuerza: para desatarlos, basta con cogerlos entre las yemas de dos dedos e ir bajando. 
  3. Utilizar el peine (de dientes gruesos) paralelo a nuestro rostro, no perpendicular al cabello como la mayoría lo hace. Al estar en la posición debida, el peine se mantendrá en diagonal a la fibra capilar y, así, aprovecharemos más la longitud de sus dientes para peinarnos utilizando un menor número de pasadas.
  4. Tal como hicimos con nuestros dedos, el peine debe usarse primero en los largos, luego en los medios y, al final, desde los cortos. Nunca comencemos desde a sección corta del cabello porque empeoraremos los nudos y podríamos vernos tentados a usar la fuerza bruta.
  5. Las manos no sólo sostienen el peine, sino que le ayudan. Pasa una mano por un mechón para asegurarnos de evitar los nudos y, seguidamente, desliza el peine.
  6. Los peines pueden resultar agresivos y crear quiebres cuando forman un ángulo indebido con el cabello. Para evitarlo, simplemente peinemos la sección izquierda de nuestra cabellera con la mano izquierda, y el lado derecho con la mano derecha. Suena absurdo, pero, créanme, funciona. A la larga, además, notarán que resulta más práctico.
  7. Por último, ten siempre en cuenta el estado de tu cabello. El cabello seco puede resultar más difícil de peinar que el húmedo, por lo que podemos valernos de un spray desenredante cuando queremos peinar en seco o tener la precaución de aplicar una buena crema para peinar tras el lavado. Asimismo, los cabellos maltratados tienden a enredarse más: un cabello saludable y bien cuidado siempre será más fácil de peinar.

Cachivaches por aquí, cachivaches por allá.

Sin más que agregar, estimados lectores, me despido no sin antes preguntaros: ¿Habéis tenido problemas a la hora de peinar vuestras melenas? ¿Qué soluciones le habéis dado y qué otras pautas añadiríais a la lista?




domingo, 3 de junio de 2012

El efecto silicona

Hace más de un siglo se dieron la revolución industrial y el surgimiento, entre el de muchos otros inventos, de la máquina de vapor. Luego, el vapor fue cambiado por diesel (¿Beneficios? Supuestamente resultó más eficiente, aunque yo prefiero pensar tanto en la armonía del planeta como en la belleza que habría tenido occidente en un mundo steampunk...). Hoy en día, estamos presenciando una revolución mucho menos notoria, pero igual de controversial, y que puede expresarse con la ya trillada pregunta: ¿siliconas o no?

Las siliconas comenzaron a ser utilizadas por la industria cosmética desde los 50s, y han encontrado diversos usos: algunas transportan diferentes sustancias y las fijan en la superficie de la piel o el cabello, otras ayudan a secar las melenas con mayor rapidez; algunas, inclusive, son utilizadas por el mero hecho de espesar las mezclas. Esta vez nos centraremos sobre otro grupo, que resulta el más "alarmante" y sobre el que toda la discusión capilar se enfoca: aquellas que, más allá de nutrir el pelo, lo envuelven y dan la engañosa apariencia de belleza, con lo cual se ocasiona, señoras y señores, el denominado efecto silicona.


Elves: no silicones, yet so perfect...

Pongámoslo así: tenemos una hoja verde y fresca de la planta que ustedes gusten. Esta la forramos con una mica, porque queremos que brille y, de paso, protegerla de cualquier posible daño o de la humedad. Habrá quienes digan: "Bueno, claramente el brillo se debe al plástico y no a la hoja en sí, pero...¿y qué? A fin de cuentas, se ve bien y muchísimo más decorativa".

Aquí es donde, a decir mío, viene el problema: así como no entran ni el aire ni el agua del exterior, que potencialmente dañarían la hojilla, aquel aire y aquella humedad propios de ella tampoco podrán escapar. ¿Qué ocurrirá a la larga? Allow me to tell you: se pudrirá. Se hongueará. En otras palabras, terminará tan o más estropeada como si no la hubiésemos protegido con la mica.

Pues bien, es obvio que el cabello no se nos va a putrefactar por el uso de los cuestionados compuestos; es más, es probable que no notemos cambios negativos en un buen tiempo. No obstante, corremos el riesgo de maltratar nuestras amadas fibras capilares. ¿En qué sentido habría maltrato? Again, allow me to clear it up for you: 

  • Lo más importante es la cero nutrición. A lo que me refiero: muchos productos, sobre todo de las marcas, digamos, corrientes, no incluyen nutrientes en sus fórmulas o los colocan en cantidades ínfimas, sólo como para darse publicidad y por mera cuestión de mercadeo. Las siliconas en sí no son dañinas, pero el no nutrir nuestra cabellera sí lo es. Eventualmente, esto resultará en puntas partidas, pelo quebradizo o (yo más bien diría "y") una falta de movimiento atroz.
     
  • Otro problema que salta en Google cuando tipeas "siliconas" es la acumulación, también conocida por su equivalente inglés, build-up. La mayoría de estas sustancias son tan compatibles entre sí que se van situando una sobre la otra, sobre la otra, sobre la otra, lo que forma una capa cada vez más gruesa de plastiquitos que terminará asfixiando nuestra melena, además de privarla de la humedad del aire y de absorber los nutrientes que intentemos brindarle. Esto nos regresa al primer guión y, lo peor, nos dará la sensación de tener hilachas de escoba sobre la cabeza o, como algunas mujeres lo llaman, "pelo de muñeca (barata)".

Bitch, please.

Debo aclarar, sin embargo, que no siempre las siliconas resulan tan malignas. Para un día de fiesta, por ejemplo, podríamos usar uno de esos productos "milagrosos" que prometen curar las horquillas para disimular cualquier imperfección o aumentar el brillo. En adición, hay ciertos tipos de siliconas que no se acumulan, así como clases de cabello que soportan más el uso de estos químicos. A saber:

  • Los cabellos con porosidad alta, cuyas escamas podrían controlar su apertura con el forro de siliconas. Esto significa, además, que estas son pésimas para su contraparte: los cabellos con porosidad baja.
  • Los cabellos gruesos, ya que estos no perderán su forma con el peso extra que las siliconas implican. Los cabellos delgados, por el contrario, pueden perder cuerpo y verse caídos debido a este mismo motivo.
  • Los cueros cabelludos normales, ya que la cantidad de sebo que producen es controlada. Los grasos podrían dar la impresión de ensuciarse más rápidamente debido al brillo extra, así como los secos se resecarían más ante la disminución de su capacidad absorbente.

Vale recalcar que muchas marcas reconocidas incluyen siliconas en sus líneas a la par de cantidades generosas de sustancias nutritivas, por lo que traen, junto a las desventajas de aquellas, muchos otros beneficios capilares. Por ende, cabe concluir que todo depende de una rutina balanceada apropiadamente: podemos intercalar y combinar productos que las contengan con otros que no, así como incluir lavados antirresiduos, ya sean caseros o utilizando champúes especializados. Pero de esto les hablaré en otra entrada.


 

Por ahora, os dejo una canción tan genial de una de mis bandas preferidas no sin antes recordaros que espero sus comentarios sobre el tema ;)
 

miércoles, 14 de marzo de 2012

Naturaleza y Vida: Línea color

El color natural de mi cabello es castaño oscuro. No un castaño profundo de esos que se confunden con negro, pero tampoco un castaño neutro de esos que captan miradas. Simplemente un castaño oscuro. Si bien es usual que a lo largo de la vida de una persona el color de pelo varíe, a mí me pasa muy seguido (y nunca me ha parecido alarmante: una rareza más, una rareza menos. El tigre ya tiene muchas rayas). No obstante, las fluctuaciones constantes me llevaron a cansarme de los estados anímicos de mi cabello y buscar métodos que lo mantuvieran en una tonalidad uniforme.

Probé diversas cosas: mascarillas caseras, enjuagues y productos del supermercado. Tengo el agrado de decir que la mayoría de ellas funcionaron, así que, eventualmente, les daré su espacio en el blog. Hoy día, por ello, le toca el turno a una línea de la que había leído mucho tiempo antes de comprar y que conseguí por pura y mera casualidad: el champú y la mascarilla "a la henna" de la marca Naturaleza y Vida.

La primera vez que me enteré del producto fue leyendo un blog que me derivó a la página de la marca. Revisé los productos atraído por sus ingredientes y por el hecho de que la mayoría de ellos no posee siliconas, pensando que encontrarlos en Perú sería algo imposible: el mercado cosmético peruano aún no está tan abierto, por lo que deduje que no exportarían sus productos hacia acá, tal como ocurre con manic panic y los acondicionadores de alberto vo5 (si saben dónde conseguir alguno de estos, ¡Os lo ruego, decídmelo!).

Grande fue mi sorpresa cuando vi en la página principal que sí había una entidad que importaba los productos a Perú: Alenit. Su oficina central, empero, quedaba tan lejos de mi casa que mis planes por ir a dar una ojeada iban postergándose y postergándose; hasta que, cierto día en el supermercado, entré como de costumbre a la sección de champúes para curiosear y me topé cara a cara con estos dos productos: awesome!

El camino se bifurcó, no obstante, cuando tuve que decidir qué variedad comprar: ¿la que es para cabellos castaños o la que es para cabellos rubios? Claramente mi cabello no es rubio, pero comprar aquel que es para castaños no me inspiró la suficiente confianza, así que decidí irme por lo seguro: leí los ingredientes.

Resulta que la única diferencia importante entre el champú para cabellos castaños y el de cabellos rubios es que este último incluye manzanilla en la fórmula. Por lo demás, ambos poseen extractos de henna y de girasol, por lo que el resto de beneficios era similar. Esto hizo que me decidiese por comprar el champú para matas rubias: la manzanilla posee efectos aclarantes que ya había podido corrobar sobre mi cabello con anterioridad, lo que me llevó a inferir que resaltaría mi color más eficazmente.

Ahora tocaba el turno de la mascarilla: a leer nuevamente el revés del envase. Me llevé una ligera desilusión al corrobar que la mascarilla incluía siliconas, al contrario del champú, pero me decidí por la que ofrece reflejos rubios por la razón expuesta en el párrafo anterior: la manzanilla que incluye en su composición y de la cual el producto para cabellos castaños prescinde.

¿Negros? ¿Caobas? ¡Esos no estaban a la venta!


Mi experiencia con el uso de la línea ha sido satisfactorio, aunque hay algunos alcances que debo realizar.


  • Para empezar, ambos productos poseen pantenol, la única vitamina capaz de penetrar el cabello y que tiene efectos hidratantes y reestructurantes comprobados. Primer visto bueno.
  • La marca trabaja de manera ecológica e incluyendo numerosos ingredientes naturales. La henna y el aceite de girasol se cuentan entre ellos, así como el germen de trigo en el caso de la mascarilla. Segungo visto bueno.
  • Específicamente hablando sobre el champú, el realce fue progresivo y sutil, pero sí lo hubo. No obstante, no provee la hidratación que cabellos resecos o sometidos a procesos químicos han de necesitar, por lo que no recomendaría su uso exclusivo para estos casos particulares, especialmente cuando se trata de cabellos tinturados, contrario a lo que se dice en el envase. 
  • En cuanto a la mascarilla, a pesar de lo oscuro de mi cabello, el realce del color se hizo notorio. Obviamente no me dio brillos dorados, pero destacó evidentemente el tono castaño. Quizás habría obtenido resultados más  visibles con la mascarilla para cabellos marrones, eso es algo que comprobaré cuando tenga la oportunidad. 


Los únicos puntos negativos que encontré a los productos fueron dos. Primero, lo difícil que es encontrarlos: no los venden en todos los supermercados y, aun allí donde se consigue, el stock es pequeño y no es constante; segundo, las siliconas que posee la mascarilla, aunque esto es manejable en una rutina balanceada o que incluya lavados antirresiduos.

Si deciden comprar estos productos, les doy un par de consejos: si utilizan el champú, déjenlo actuar dos o tres minutos antes del último enjuague, masajeando el cabello; de esa manera, penetrará mejor. Si utilizan la mascarilla, añádanle una cuarta parte de aceite de oliva; así, les rendirá más, hidratará más y el efecto de color será el mismo. Además, aplíquenla sobre el cabello seco, tal y como el envase lo aconseja para mayores resultados: realmente los resultados serán más notorios que al usarse sobre el cabello húmedo recién lavado (¡Díganmelo a mí! Una vez dormí con el producto puesto tras lavarme el cabello antes de acostarme y, a pesar de todas las horas que pasaron, los resultados fueron casi imperceptibles).

Por último, si deciden no comprar estos productos o no los encuentran por sus zonas, no se preocupen, hay muchos otros métodos igual de efectivos (y mucho más baratos) para destacar los colores claros del cabello. Sólo sigan revisando el blog y los encontrarán muy pronto ;)





lunes, 12 de marzo de 2012

Enjuagues según yo

No sabía cómo escribir el tema de los enjuagues: llevaba ya dos borradores totalmente descartados de lo sosos que resultaron. Así que, mientras tomaba el té de la tarde, se me ocurrió hacer una secuencia de imágenes. Es más sencillo, más rápido, y así no los enredo con palabreríos poco didácticos.

Paso # 1

Llenamos 3 tazas de agua a la ollita.

Paso # 2

Pesamos 70 gr. de las hierbas a utilizar.
Acá tengo que hacer una justificación: Yo nunca peso mis hierbas, siempre las calculo "al ojo". Decidí pesarlas sólo para que tuviesen una mejor idea de las proporciones.

Paso # 3

Añadimos las hierbas a nuestra agua ya hirviente.

Paso # 4

Apagamos el fuego, tapamos y dejamos reposar.
El tiempo mínimo de reposo es de tres minutos, pero yo prefiero dejar la infusión unos 15 para asegurarme de que esté bien cargada. Asimismo, según la planta que se utilice, puede que se necesite dejar hervir unos minutos y no apagar el fuego inmediatamente. Esto lo iré indicando en las publicaciones respectivas.

Ahora que nuestra infusión ya está lista, viene la siguiente cuestión: ¿cómo realizamos el enjuague? Como en todo, lectores, eso depende mucho de su imaginación. Yo, por mi parte, les alcanzaré a continuación dos métodos distintos que pueden escoger según su conveniencia.

  • El enjuague rápido. Este lo leí en el blog Cabellos y hierbas y, por lo guapo que está el cabello de la señorita Beatriz, asumo que es también efectivo. Consiste simplemente en vaciar el líquido sobre nuestro cabello como un último enjuague y, luego, proceder a secar sin volver a enjuagar con agua. 
  • El enjuague complejo (y demorón). Este es el que yo hago, y considero que es más efectivo sobre todo cuando queremos aclarar u oscurecer el cabello con las hierbas que usamos. Consiste en colocar un tazón bajo nuestra cabeza e ir enjuagándonos poco a poco. La infusión será recolectada en el tazón con la finalidad de volver a usarla. Yo lo hago una y otra vez hasta que al final el líquido se acabe (porque, obviamente, no toda la infusión es recolectada: parte de ella se irá por los costados, por nuestro cuello, caerá fuera del tazón...). Para este método pueden diluir la infusión con una parte igual o menor de agua, de manera que el líquido pueda durarles más. Les garantizo que los efectos no se perderán.

Como pueden ver, estos enjuagues pueden ser tan versátiles como nuestra disposición de tiempo lo requiera. Sólo basta con ser constantes y confiar en estos regalos de la Pacha Mama. Me despido, antes de lo cual os enfrento a la siguiente interrogante: ¿Tenéis experiencia alguna con enjuagues herbales? ¿Son ya parte de vuestra rutina diaria o semanal?


NOTA AL PIE: En serio no tenía idea de cómo escribir esta entrada, así que no me queda de otra más que decir: ¡Espero que no os hayáis aburrido!










domingo, 11 de marzo de 2012

¿Cabello y personalidad?


Cuando realicé búsquedas similares en el imprescindible Google, me topé con una serie de artículos que hablaban de cómo la gente te toma a partir del color de tu cabello o, lo que es peor, cómo “es” tu personalidad si los genes te regalaron cierta tonalidad. Dejando de lado aquellas generalizaciones esotéricas, esto me hizo recordar una pregunta que cierta tarde me hice mientras regresaba a casa: ¿Qué tanto de esa esencia de cada persona se pone en manifiesto cuando de cuidado capilar se trata?

El cuidado capilar no es una obligación, como es obvio. Muchas personas no utilizan productos más allá del champú, a veces por desinformación, a veces por falta de ganas o de posibilidades. A veces, incluso, porque el cabello se mantiene perfecto con una rutina así de simple, como le ocurre a mi mejor amiga (Green envy through my veins…). A pesar de esto, mi tendencia general fue la de considerar que, quienes no prestaban atención al pelo que les crecía en la cabeza, eran unos bichos raros: ¿Quién no anhelaría portar una melena envidiable y perfecta como la de los elfos del mundo de Tolkien?

La respuesta es que todos. Si a cualquier persona se le apareciese un genio de la lámpara y le ofreciese tener el cabello más hermoso del mundo, diría que sí aun si nunca le importó el estado del mismo: total, ¿qué habría de perder? Sin embargo, la diferencia está en que, para muchos, el cuidarlo implica un tiempo gastado innecesariamente. Y, aunque amo mi cabello, y ustedes probablemente sientan lo mismo por sus respectivas madejas, debemos admitir que tienen toda la razón.

Si dejásemos de cuidar nuestros cabellos, estos dejarían de verse tan bien como lo hacen ahora. Pero, a la vez, el dejar de usar monerías como tintes, permanentes, tenazas, planchas, secadoras y otros haría que este se mantuviese relativamente sano naturalmente, por lo que no moriríamos. Es más, si nos rapásemos como parte de una epifanía, no pondríamos en riesgo nuestra salud orgánicamente hablando, y es ahí adonde voy: el gran daño reposaría en nuestra psiquis.

El tiempo que invertimos en las rutinas de cuidado capilar nos trae diversas satisfacciones: la de vernos mejor, la de sentir que hemos cumplido con una responsabilidad, la de percibir un mayor control sobre nosotros mismos en una inexorable e intrínseca búsqueda de perfección (¡Ah, obsesivos!, me incluyo ahí…), y la lista continúa. Es innecesario en cuanto a que no es de vida o muerte, pero no es tiempo desperdiciado en tanto que lo invertimos en algo que nosotros, dentro de esa individualidad esencial que mencioné al comienzo, consideramos importante.

Por lo tanto, estimados lectores, somos nosotros los bichos raros, aquellos que gastan dinero en productos capilares en vez de usarlo para ir al cine, aquellos que se levantan una hora más temprano para mimar sus cabellos, aquellos que a veces miran los cráneos ajenos con pena ante lo deplorable de sus cabelleras y que se sienten como reyes bajo las luces intensas que reverberan sobre sus cabezas. Pero debemos recordar que opciones son opciones, y nosotros no somos culpables de sentirnos bien con lo que hacemos tanto como ellos no son culpables de sentirse bien sin utilizar cepillo en las mañanas.


Qué cursi, por dios...


El aloe bendito


Podemos abordar el tema del aloe desde dos ángulos: el netamente empírico y el teórico. Este último resulta más tedioso, pero, ¡rayos!, es el que menos se encuentra en las páginas dedicadas al cuidado del cabello y definitivamente debería dársele más importancia.

El aloe, o sábila, es una planta suculenta; es decir, posee hojas que han sido engrosadas a lo largo de su evolución para poder almacenar una mayor cantidad de líquido y cuya pulpa es la que aprovechamos. No me aventuro a decir que sea bueno ingerirla: por ahí leí que las sustancias tóxicas son neutralizadas por otras presentes en la misma planta, por ahí también leí que no son neutralizadas por completo y que aumentan el riesgo de enfermedades como el cáncer; así que mi posición respecto a su ingesta es neutral mientras no me presenten una investigación contundente. Ahora, puede que estén pensando: ¿por qué un escéptico escribe sobre esta planta? Pues, si bien es cierto que soy quisquilloso cuando de “deglutir” remedios se trata –tanto si son tradicionales como de laboratorios, detesto tomar pastillas-, tengo la mente totalmente abierta cuando se trata de  trucos para la vida diaria que no impliquen comer cosas con suspicacia. Además, mi experiencia me lleva a decir que el secreto a voces de aplicar sábila sobre el cabello es realmente efectivo.

Hagamos acá una pausa y preguntémonos: ¿a qué se debe toda la magia? Para poder responderles, me embarqué en la búsqueda de libros que me ayudasen a entender, teniendo en cuenta mis rústicos conocimientos en química, y esto es lo que encontré:

  1. La sábila posee saponinas y antraquinonas. Estas últimas poseen un efecto calmante, por lo que aliviarían irritaciones, a la vez que ambas serían las responsables del efecto germicida y antimicótico. Traduciendo, ambas sustancias habrían de matar microorganismos presentes en el cuero cabelludo que podrían ocasionar picores y molestias mayores. Acá debo hacer hincapié y darles una gran noticia: siempre tenemos bacterias en nuestra piel. Se denomina microbiota cutánea, y viene a ser una flora natural que convive con nosotros sin causar problemas mientras el balance se mantenga. Este puede romperse por diversas situaciones, como exceso de grasa o raspones que permitan el ingreso de las bacterias a capas más profundas del cuero cabelludo. ¿Por qué, entonces, la sábila no resulta matando a todas las bacterias y rompiendo nuestro balance al dejarnos sin microorganismo alguno? Bueno, mi hipótesis es que las sustancias “desinfectantes” se encuentran lo suficientemente diluidas como para no causar perjuicios; además, nuestras queridas mascotas invisibles se reproducen rápido –muy rápido- por lo que, aun con las bajas que la sábila pueda causar en su población, no desaparecerán.
  2. La sábila posee lignina, una sustancia que sería capaz de penetrar en las capas de la piel y del cabello, transportando consigo agua, por lo que contribuiría a la hidratación. 
  3.  El vegetal en cuestión posee numerosos minerales y vitaminas. Si el cabello absorbe estas sustancias o no, es un amplio campo de investigación que aún no ha sido comprendido en su totalidad. Los beneficios de estas sustancias ocurren cuando las ingerimos y, como se deduce de la oración anterior, aún no se sabe con certeza si sus efectos son los mismos al aplicarse externamente. Podemos destacar entre este grupo de compuestos al cinc, cuya deficiencia ocasiona caspa y que aplicado sobre el cabello dizque tiene los mismos efectos, a decir de muchas marcas de champú, y el magnesio y las vitaminas E y C, cuyas propiedades antioxidantes habrían de proteger el cabello, según grandes laboratorios como L’Oréal, que incluye antioxidantes en algunas de sus líneas. 
  4. También encontramos polisacáridos y aminoácidos. Yeah, babe!  Personalmente, creo que estos son lo más provechoso “capilarmente” hablando, ya que ayudan dar fuerza y cuerpo al cabello. Los aminoácidos, adicionalmente, ayudan a repararlo, debido a que son componentes de las proteínas, de las cuales nuestro cabello está hecho. Entre estos aminoácidos encontramos a la ya famosa arginina, cuyo nombre Elvive se ha encargado de grabar en la memoria popular mostrando a una siempre despampanante Jennifer López.

Con todo esto, uno podría decidirse por aplicar sábila inmediatamente y tan seguido como le fuese posible. Hablando ahora desde mi experiencia, puedo decirles que sí funciona: aporta un brillo evidente y la sensación de tener un cabello más fuerte puede percibirse desde la primera aplicación, especialmente si nuestros cabellos son delgados. No obstante, yo dejé de usarla debido a otra propiedad suya: oscurecer el cabello. Y, así como los beneficios anteriores, este efecto es también bastante notorio.

 Aloe vera sobre cabeza de Homo sapiens

Ya entusiasmados y, quizás, advertidos con lo que les he compartido, es cuestión de que cada uno decida lo que le conviene. Si no les molesta que su cabello castaño se ensombrezca o si tienen ya de por sí el cabello negro, pueden simplemente frotar la pulpa de la sábila desde el cuero cabelludo hasta las puntas tan seguido como quieran, sólo recuerden no espantarse si sienten picor durante la aplicación: es completamente normal en tanto no derive a situaciones mayores. Hay personas que, para facilitar la aplicación diaria, licúan su champú de uso diario con suficiente cantidad de pulpa como para duplicar el contenido, lo que no sólo trae los beneficios del aloe, sino también beneficios a sus bolsillos. Lo dejo a vuestra consideración no sin antes preguntaros, ¿han tenido ustedes alguna experiencia con este “suculento” habitante de nuestros jardines? ¿Cómo es que lo usan?

sábado, 10 de marzo de 2012

Mascarillas Elvive: Reparación Total 5

Mi cepillo luego de ser usado.
¿A quién alguna vez no le han llamado la atención aquellos potecitos coloridos y llenos de letritas chiquitas que se ven en la sección de ducha de los supermercados? Bueno, definitivamente a muchas personas no; empero, como es mi caso y, seguramente, como es el vuestro también, siempre me sentí tentado a probar alguno de esos productos tan llamativos; sin embargo, mientras llevaba el cabello corto, me pareció totalmente innecesario. Hasta que, claro, el cabello creció. Y como todo cabello sometido a una rutina de sólo champú (¡Ah, hombres! Deberían enseñarnos también a nosotros que el acondicionador existe...), terminé teniendo un estropajo sobre la cabeza. Y no exagero al decir "estropajo".
Fue entonces cuando decidí darme un paseo por aquella cuadra en Jesús María, que algunos lectores peruanos deben de conocer, en la que uno encuentra absolutamente de todo para el cuidado personal. Afortunadamente, mi paso por el colegio y el hecho de que siempre he sido un misfit ante el mundo me han dotado siempre de la misma -¿valentía? ¿firmeza? ¿frescura, quizás?- para ignorar (o reirme, cuando el gesto enmarañado lo ameritaba) las miradas de extrañeza que las señoritas que atendían ponían al ver que un hombre tan normal a simple vista entraba a preguntar por los mismos potecitos cuyo marketing siempre lo cautivó. Debido a que tenía toda la mata enredada (nunca me enseñaron a secar el cabello largo, así que nuevamente: ¡Ah, hombres!), me era imposible cepillarla; además, me habían aparecido horquillas que yo ni había visto hasta ese instante y mi pelo había perdido todo ese brillo -genético, ¡eh!- que, cuando niño, sacaba elogios a los familiares más ancianos. Por todos esos motivos, decidí comprar la mascarilla Reparación total 5 de la marca que yace en el título: Elvive. El "tratamiento capilar reparador" en cuestión prometía combatir los 5 "signos del cabello dañado": caída, resequedad, falta de brillo, falta movimiento y puntas abiertas.

La primera vez que utilicé el producto, me sorprendí de cuánto demoraba en enjuagarlo (tiempo después, aprendí que era porque lo aplicaba sobre el cabello empapado, goteando, lo que no sólo le quita efectividad al tratamiento y lleva a un desperdicio de producto, sino que también hace que sea más difícil retirarlo por lo mismo que nos obliga a aplicar más sobre el cabello para sentir la "cremosidad" propia de estos cachivaches). Luego de dicha aplicación y de aquella peripecia, pude comprobar que mi cabello estaba suave: muy , muy, muy suave. Y eso con dejarlo actuar sólo tres minutos bien contados.
Comencé, consecuentemente, a utilizarlo dos veces a la semana, y poco a poco saltó a la vista el segundo beneficio: el desenredado. Pasar el cepillo ya no era tan difícil como antes, si bien nunca llegó a ser tan fácil como lo es con un cabello sano, y ya no tenía que luchar y jalar con la fuerza bruta (¡Ah, hombres!) que me llevaba a contemplar horrorizado cómo mi cepillo parecía un gremlin con toda esa madeja de pelo que me arrancaba.
Los días fueron pasando, lo mismo con las aplicaciones, y pude ver cómo saltó a la vista el último beneficio que noté: el brillo (Hell, bitches, it's back!, aclarando que eso fue lo que pensé y que el sustantivo "bitches" no va dirigido a ninguna lectora, sino que fue producto de mi sorpresa...).

Bringing the sexy (hair) back.
En resumidas cuentas, la mascarilla me dio cuatro de las cinco cosas que prometió: detuvo la caída (por el quiebre, ojo), quitó la resequedad (aunque esto estaba condicionado al uso semanal de la mascarilla), devolvió el brillo (*emoción*) y también el movimiento (debo hacer otra aclaración acá y decir que esto último lo supongo: tengo el cabello largo, pero no ando meneándolo por allí seduciendo a quién sabe quién, así que no hubo forma de que me dé cuenta). ¿Qué es lo único que no reparó? Aquello que ningún producto en la historia de la humanidad ha podido o podrá reparar: las puntas abiertas. Pero para eso siempre hay un estilista con tijera en mano que nos ayude, ¿no?

Ahora, tras todo el palabrerío, acompañado de un fondo de tambores que resuena en mi cabeza y pensando, acaso absurdamente, que esto crea alguna forma de suspenso, doy mis conclusiones: la mascarilla fue de muchísima ayuda. Tienen que tener en cuenta que el cabello muy dañado, como fue mi caso, no llega a repararse por completo: siempre habrá algo que lo diferencie del cabello sano, así sea algo que sólo nosotros podamos notar. No obstante, el uso de productos hidratantes y que eviten mayores perjuicios a nuestra fibra capilar, como este del que vengo hablando, es importante mientras esperamos que los cortes progresivos vayan erradicando esas matas "muertas". Y qué mejor si es una marca que, aun siendo barata, tiene el respaldo de compañías expertas en el tema.








martes, 21 de febrero de 2012

Presentación

¡Buenas!

No sé qué sería apropiado colocar en la presentación de un blog. Asumo que lo adecuado es publicar algunas palabras como para dar idea a mis potenciales lectores sobre el contenido del mismo.

Pues, bien, siendo directos, el contenido es el siguiente: cuidado capilar. No obstante, dado que son muchas las páginas que ofrecen la misma clase de información, uno debe buscar valores agregados, y qué mejor que valerme de la prosa que soy capaz de producir para mostrar una introducción menos directa (más "floreada") del carisma y del enfoque que procuraré mantener en posteriores entradas.

Desde niño recuerdo haber visto a mi abuela aplicarse palta en el cabello y quedarse con esta un buen rato mientras tomaba el sol. "Te deja el pelo bien bonito", fue la respuesta que dio a la interrogante de por qué hacía aquello. Una respuesta similar obtuve cuando la veía frotar la pulpa de la sábila sobre su cabeza, o cuando mi madre y ella aprovechaban una tarde soleada para hacerse mascarillas con huevo y, mientras hacía efecto, descansar la espalda bajo los cálidos (aunque mortales, como todo en estos tiempos) rayos del astro rey.

Si bien la curiosidad me llevó en algún u otro momento a intentar estos trucos, nunca me preocupé por una salud "general" del cabello, ya que siempre lo llevaba corto, obligado por el colegio principalmente, y también porque, hasta hace un par de años, nunca me interesó llevarlo largo.

Como se puede inferir a partir del párrafo anterior, ahora sí llevo el cabello largo. O, esperen, lo que en verdad se infiere es que "me interesa llevarlo largo" (¡Alerta de falacia! Y de nerd, también...). En fin, el punto es que, tras tomar la decisión de redimir mi fibra capilar de los esclavizantes cortes mensuales y de las convenciones sociales sobre aspecto masculino, tuve también que asumir la responsabilidad que aquello implicaba: proporcionar todos los cuidados necesarios a aquella melena recién liberada que crecía -ya quisiese decir que salvajemente, pero, en honor a la verdad, debo decir "lentamente": no he sido bendecido con el don de fabricar cabello a montones.

Ya resuelto y comenzada la "aventura", comencé a investigar, preguntar, memorizar, comprar y experimentar todo aquello que consideré necesario. Y de eso es de lo que se trata el blog: todo aquello que, a través de la misma internet (de páginas geniales que más adelante daré a conocer), de los conocimientos de mi abuela y de mi aya,  y de mi propia experiencia, he podido recopilar para tratar de acercarme al ideal de tener el cabello más envidiable de la raza humana ("muajajajá...").

De acuerdo, es obvio que no tengo el mejor cabello ni de la historia ni del continente ni tan siquiera de mi ciudad; de lo contrario, no estaría aquí escribiendo esto mientras recuerdo qué experimentos aún me falta llevar a cabo y sobre qué productos ya puse el ojo. Empero, confío en que mi conocimiento es lo suficientemente amplio como para que otros geeks del cuidado capilar lo encuentren útil; y confío en aquello que ustedes sepan y puedan dejar a través de los comentarios para, así, enriquecer no sólo este blog, sino también aquellas matas de queratina anastomosada que todos llevamos sobre la cabeza y las neuronas que -todos, increíblemente- llevamos dentro de esta.